Ingreso Básico Universal (IBU): ¿La IA acelerará el futuro de la protección social en Latinoamérica?

En una Latinoamérica que aún enfrenta profundas desigualdades y la pobreza, la idea de un Ingreso Básico Universal (IBU) ha pasado de ser una utopía a convertirse en un debate urgente. Este concepto, que propone un pago monetario periódico a todas las personas sin condiciones, podría ser la clave para establecer un piso de seguridad económica. En esta era digital, la Inteligencia Artificial (IA) se presenta como una poderosa herramienta para convertir esta idea en una realidad tangible y eficiente.

¿Qué es el IBU y cómo funciona?

El Ingreso Básico Universal es una transferencia de dinero regular, incondicional y universal para todas las personas. Sus características principales son:

  • Universal: Se entrega a todas las personas, sin importar su nivel de ingresos, empleo o condición social.
  • Incondicional: No exige ninguna contraprestación, como buscar trabajo o asistir a programas de capacitación.
  • Individual: Se otorga a cada persona de manera individual, no por hogar.
  • Periódico: Se paga de forma regular (por ejemplo, mensualmente).

A diferencia de programas de transferencias monetarias condicionadas (como el Bolsa Família en Brasil), el IBU confía en que las personas son las mejores administradoras de sus propios recursos y les da la libertad de usar el dinero como consideren más conveniente.

La necesidad de explorar un IBU en Latinoamérica es clara al observar las cifras. Según la CEPAL, en 2023 la tasa de pobreza en la región fue del 29%, lo que equivale a 183 millones de personas. Además, la pobreza extrema afectó al 11.4% de la población.

A esto se suma el creciente impacto de la automatización en el mercado laboral. Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) advierte que la automatización podría afectar de forma desproporcionada a los trabajadores con menores cualificaciones. En este contexto, el IBU se presenta como un colchón de seguridad que permitiría a las personas adaptarse a las nuevas realidades, emprender o invertir en su educación.

Un ejemplo pionero en la región es el de Maricá, en Brasil. Este municipio implementó en 2015 la "Renta Básica de Ciudadanía", que beneficia a una parte de su población con un ingreso mensual en una moneda social local. Los resultados han mostrado mejoras en la seguridad alimentaria y un notable dinamismo en la economía local.

Avances en la región: lecciones de la pandemia

Aunque ningún país latinoamericano ha implementado un IBU a escala nacional, la pandemia de COVID-19 aceleró la creación de programas de transferencias monetarias no condicionadas a gran escala. Estas iniciativas, aunque no eran universales, funcionaron como laboratorios en tiempo real y ofrecen lecciones valiosas:
  • Colombia - Ingreso Solidario (2020-2022): Mitigó la caída en el consumo y evitó que 346,000 hogares cayeran en la pobreza extrema.
  • Argentina - Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) (2020): El Banco Mundial estimó que el IFE evitó que 1.2 millones de argentinos cayeran en la pobreza y 2.1 millones en la pobreza extrema.
  • Brasil - Auxílio Emergencial (2020): Tuvo un impacto masivo y rápido, reduciendo la pobreza a mínimos históricos durante los meses de su aplicación.
Estos programas demostraron que es posible implementar transferencias de dinero directas y masivas de forma ágil, pero también revelaron desafíos en la identificación y el alcance a la población vulnerable, problemas que la IA puede ayudar a solucionar.

Dato de valor: En un piloto de ingreso básico en Quibdó, Colombia, los beneficiarios no solo mejoraron su bienestar y salud mental, sino que también mostraron una mayor propensión al ahorro y la inversión en sus pequeños negocios, desafiando el mito de que el dinero garantizado desincentiva el trabajo.

La Inteligencia Artificial como catalizador del IBU

La implementación de un programa como el IBU presenta enormes desafíos logísticos. Aquí es donde la IA puede jugar un papel fundamental para acelerar y optimizar su puesta en marcha:
  1. Identificación y registro universal: La IA puede cruzar y analizar grandes volúmenes de datos de diversas fuentes (registros civiles, censos, etc.) para crear una base de datos única y actualizada de la población, minimizando errores y asegurando que nadie quede fuera.
  2. Optimización de la logística de pagos: La IA puede diseñar las redes de distribución de pagos más eficientes a través de transferencias bancarias o billeteras móviles. Los algoritmos pueden predecir la demanda y asegurar que los fondos lleguen de manera puntual y segura.
  3. Prevención del fraude: Mediante el análisis de patrones, la IA puede identificar intentos de fraude de forma mucho más eficaz que los sistemas tradicionales, garantizando que los recursos se utilicen correctamente.
  4. Atención personalizada: Los chatbots y asistentes virtuales impulsados por IA pueden resolver dudas y ofrecer información sobre el programa 24/7, descongestionando los canales de atención y ofreciendo un servicio más ágil.
  5. Monitoreo y evaluación de impacto: La IA puede analizar en tiempo real datos económicos y sociales para evaluar el impacto del IBU en la reducción de la pobreza y el dinamismo económico, lo cual es crucial para ajustar y mejorar el programa de forma continua.
A pesar de su enorme potencial, el uso de la IA en programas sociales no está exento de desafíos. Es crucial garantizar la privacidad y seguridad de los datos de los ciudadanos, así como la transparencia en los algoritmos para evitar sesgos que puedan discriminar a ciertos grupos. La brecha digital en la región también es un factor a considerar, asegurando que existan canales de acceso para aquellas personas sin conectividad o habilidades digitales.

Si América Latina no desarrolla sus propias capacidades en IA y robótica, se agudizarían las brechas de desigualdad existentes. Mientras las economías desarrolladas usan la IA para aumentar la productividad y generar nuevos empleos de alto valor, los países latinoamericanos podrían experimentar una pérdida masiva de empleos en sectores susceptibles a la automatización, como manufactura, servicios y agricultura.
  • Aumento del desempleo: La robótica y la IA podrían desplazar a una gran cantidad de trabajadores en tareas repetitivas y de baja cualificación, lo que llevaría a un aumento del desempleo estructural.
  • Pérdida de competitividad: La falta de innovación propia en estas tecnologías haría que las economías latinoamericanas sean menos competitivas a nivel global, limitando su capacidad de exportar bienes y servicios de alto valor agregado.
  • Dependencia tecnológica: La región dependería completamente de las tecnologías importadas, sin tener el control sobre su desarrollo, costo, o las implicaciones éticas y de privacidad que conllevan.
Un IBU se presenta como una posible solución para mitigar el impacto de la automatización, pero el escenario de dependencia tecnológica podría hacer su implementación mucho más difícil.
  • Financiamiento insostenible: Un aumento drástico del desempleo y la pérdida de competitividad reducirían la base tributaria de los países, haciendo insostenible el financiamiento de un IBU a gran escala. La promesa de que la IA genere crecimiento económico para financiar el IBU se vería frustrada si la región no participa en la creación de esa riqueza.
  • Brecha digital como barrera: La implementación eficiente de un IBU depende en gran medida de la IA para el registro, la logística y la prevención de fraudes. Si la región no tiene la infraestructura digital ni la experticia en IA, el programa podría enfrentar desafíos masivos, como exclusiones de población vulnerable y fallos operativos.
  • Reproducción de la desigualdad: Si el acceso a los beneficios de la IA, como la educación y los empleos de alto valor, se concentra en élites tecnológicas o urbanas, un IBU podría no ser suficiente para compensar el creciente abismo entre los que tienen y los que no tienen las habilidades para prosperar en la nueva economía. El IBU se convertiría en un simple "salvavidas" en lugar de una herramienta para el empoderamiento y el desarrollo.
En resumen, la falta de inversión en IA y robótica en América Latina no solo es una desventaja económica, sino que también podría socavar las soluciones sociales, como el IBU, que buscan mitigar sus efectos más duros. Para que el IBU funcione como un verdadero motor de progreso, la región debe dejar de ser una consumidora pasiva y convertirse en una actora activa en la revolución tecnológica.


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